miércoles, enero 11, 2012

Durban, la última carta.



La emisiones de gases a la atmósfera alcanzaron un nuevo pico y el clima del planeta parece ya no tener arreglo. ¿Podrá el mundo rescatar la única herramienta que obliga a reducir la huella de carbono? Por Lorenzo Morales, enviado especial de SEMANA a Durban.
Martes 29 Noviembre 2011

Este martes empieza la conferencia más trascendental sobre el cambio climático desde que se aprobó el Protocolo de Kyoto en 1997, la única herramienta internacional con la que cuenta el mundo para exigirles a los países desarrollados reducir la emisión de gases nocivos a la atmósfera y cuyo mandato termina en unos meses.
En Kyoto, los países se impusieron una meta ambiciosa pero urgente: cortar en 5,2 por ciento la emisión de gases que calientan la atmósfera (entre ellos el CO2), cuyos múltiples efectos se resumen en uno solo: calentamiento global. En un hecho histórico en un foro mundial, aceptaron ser evaluados y sancionados en caso de incumplir sus metas.

El próximo año, estos países tendrán que pasar al tablero y ya se anticipa que varios de ellos, como Canadá, se rajarán en la tarea y otros, como Japón, pasarán raspando. Desde ya algunos, incluido Rusia, han anunciado que no tienen interés en extender las metas después de 2012, menos cuando los grandes contaminadores como Estados Unidos -que nunca ratificó el protocolo- o India y China, sin obligación de reducir emisiones, miran tranquilos desde lo alto de sus humeantes chimeneas.

Mientras las rivalidades políticas y la competencia económica bloquean cualquier avance, el planeta sigue sometido a un estrés sin precedentes. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el órgano científico con mayor credibilidad en el tema, advirtió la semana pasada sobre la alta probabilidad de que las temperaturas extremas aumenten en cerca de 3 grados para mediados de este siglo. La cifra disparó las alarmas: los científicos prevén que un aumento superior a 2 grados será como empujar la primera ficha de un dominó impredecible.

"Es claro que la Convención de Cambio Climático fracasó, aunque nadie quiera reconocerlo", dijo a SEMANA el exministro de Medio Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra, quien ha participado en varias negociaciones. "El objetivo central era frenar las emisiones de gases y eso ya no se logró".

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