sábado, enero 29, 2011

"Los periodistas debemos ser más ciudadanos"

Lydia Cacho desenmascaró una de las redes criminales más oprobiosas de México y se ha enfrentado, sin cuartel, a un letal coctel de empresarios corrompidos, jueces comprados y políticos delirantes.

Pocos periodistas pueden entender mejor que Lydia Cacho eso de que ser periodista en México es peligroso. Ella lo aprendió antes de que los vínculos entre criminales y políticos se volvieran la moneda corriente de la prensa de su país. Cacho fue amendrentada, torturada y procesada por una justicia que luego se demostró fue comprada. Su osadía consistió en poner en evidencia una de red de tráfico de niños y prostitución manejada por empresarios, funcionarios públicos y políticos, incluido el poderoso gobernador de Puebla.

“Cuando vives cosas tan difíciles tienes dos opciones: yo decidí que no le voy a regalar mi felicidad ni mi miedo a nadie”, dijo ayer Cacho, una mujer que luce a primera vista demasiado menuda para llevar dentro de sí la fuerza inesperada que envuelve sus palabras. Sus libros se convirtieron en un escándalo nacional que llego hasta la Corte Suprema de Justicia que después de un tortuoso proceso reconoció que sus denuncias incluso se quedaban cortas.

La charla la armó con destreza Daniel Samper Pizano quien logró que la autora de Esclavas del poder y Los demonios del edén deshilvanará para el público una complicada madeja de nombres, relaciones y crímenes que rápidamente hicieron entrar al auditorio en lo que podríamos llamar un estado de “thriller”: cada minuto de la charla añadía nuevos elementos a un misterio cuyo fin parecía incierto ¿Qué pasó con el gobernador que intentó matarla? ¿En dónde está el empresario que se satisfacía con niñas importadas? ¿La policía realmente la protegía o la vigilaba?

Parecía que una historia tan truculenta en un festival de literatura sólo podía ser sacada de una novela. Por si las dudas, a media charla el público pudo escuchar parte de las grabaciones telefónicas que prueban el complot para callar a Cacho.

En 57 minutos de charla en el Teatro Adolfo Mejia de Cartagena, Lydia Cacho hizo lo que ha hecho con millones de mexicanos y extranjeros que se han solidarizado con su valiente causa. El público la aplaudió de pie y en la mesa los libros se evaporaron antes de que la multitud se terminara de salir del teatro.

“¿Habrá más denuncias en tu nuevo libro?”, le preguntó Samper Pizano antes de despedirse y Cacho le devolvió con optimismo: “Mi próximo libro es un poemario”.

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