viernes, julio 03, 2009

Un ejército de sordos

El walkman cumple treinta años. Semblanza personal de un aparato que cambió para siempre la forma de oír música en el mundo. Por Lorenzo Morales.

Tengo casi la misma edad del walkman, ese invento que inauguró la era de la música portátil. Empecé a usarlo cuando entré al bachillerato; era un walkman rojo que me trajo mi papá de un viaje a Cartagena. En los recreos traficábamos con casetes que nos grabábamos unos a otros y que luego oíamos a escondidas en clase. Engañar al profesor era un juego de impostores. Cuando él empezaba su charla, nosotros recostábamos la cabeza contra la mano, donde ya teníamos el audífono que habíamos camuflado por entre la manga del saco. Hacíamos play y mirábamos al profesor a los ojos sin asomo de vergüenza. Lo que para él era quizás una mirada contemplativa, una hipnosis intelectual producto de su cátedra, en realidad era la mirada hueca de adolescentes en trance de rock.

Ya habíamos cometido la fuga. Estábamos en las tierras de Pink Floyd, Sui Generis, The Doors y Pixies, lejos del salón y del tablero. Ese uso antipedagógico del walkman habría dejado perplejo al señor Akio Morita, presidente de Sony en Tokio, pues toda la sal de su maravilloso invento consistía en prometerle a quien lo comprara la posibilidad de moverse con libertad con su música a todos lados. Nosotros lo usábamos para todo lo contrario: el walkman nos servía para fingir la quietud de las esfinges cuando en realidad gozábamos de una locomoción espiritual que nos sacudía el alma como si estuviéramos saltando en un concierto de Café Tacuba, mientras permanecíamos inmóviles, recostados sobre nuestros pupitres de madera.

Hagamos un rewind. El primer walkman —una marca registrada de Sony— salió a la venta el 22 de junio de 1979 y muy rápidamente se convirtió en un fenómeno mundial. A finales de 1980, la empresa japonesa había vendido más de dos millones de unidades, y otras compañías habían comenzado a sacar sus propias versiones. En 1995, más de 150 millones de personas en todo el planeta tenían un walkman y la palabra ya aparecía en el diccionario Oxford de inglés.

La revolución del walkman fue ante todo la revolución de los audífonos. Las grabadoras para periodistas, casi idénticas a los primeros walkman, existían hacía más de diez años pero los audífonos disponibles eran grandes y pesados. Por más pasión por la música, tenía poco encanto salir a trotar con una pesa de una libra amarrada a la cabeza y dos orejeras que parecían cacerolas.

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3 comentarios:

Salidaenfalso dijo...

Lo tiene todavía??? Tómele una foto!

Lorenzo Morales dijo...

Sí señor, lo tengo y funciona perfecto.

Lorenzo Morales dijo...

Perdón, sí señora. Una confusión de género.