domingo, marzo 07, 2010

Opinión: Una nueva baraja política en Colombia

Por Lorenzo Morales

Sin reelección presidencial, la política recuperó los bríos después de un largo año postrada por el capricho de Alvaro Uribe de seguir en el trono por tercera vez. La Corte Constitucional dijo NO a esa iniciativa (por la forma ilegal en que pasó por el Congreso) y le devolvió a la democracia su premisa de reglas claras para resultados inciertos que tras ocho años de un sólo gobierno, mutó hacia lo contrario: reglas inciertas y resultados predecibles.

La campaña en serio apenas arrancó esta semana. Los aspirantes a suceder a Uribe tendrán dos meses para descubrir los matices en un electorado atrapado en dos casillas, el uribismo y el antiuribismo, cómo si la política no fuera más interesante. Hasta hoy, de la docena de candidatos presidenciales, ninguno tiene más del 15 por ciento de opción, por lo que la tajada de electores que Uribe mantuvo cautivos mientras fue presidente-candidato, será decisiva.

¿Quién recogerá ahora esos votos que quedaron huérfanos con la decisión de la Corte? Para muchos las matemáticas son simples. El dedo de Uribe designará a su sucesor y éste, como un bendecido, recibirá el endoso de esos votos, y su insuperable popularidad.

Yo soy un poco más escéptico por al menos dos razones. Primero, en Colombia no hay partidos políticos disciplinados como en Estados Unidos donde, por tradición, los derrotados en las primarias le entregan su maquinaria electoral al ganador de su partido. Segundo, no existe un clon de Uribe, aunque muchos candidatos quisieran serlo. El carisma y la elocuencia son un capital político intransferible. Ni Juan Manuel Santos, ni Andrés Felipe Arias – los dos candidatos que dicen ser la fórmula de la continuidad– conjugan bien estos dos ingredientes.

Por su parte la oposición, aunque fortalecida con el hundimiento del referendo, se quedó sin discurso. Ese es el costo de hacer política de antagonismo (antiuribismo) y no de propuestas y proyectos. Muchos electores indecisos —incluidos aquellos que viven fuera del país— preferirán la senda de lo conocido y probado frente a partidos de incertidumbre, como el valiente Polo Democrático, que hasta ahora ha mostrado más eficiencia como fiscal que como gestor (el gobierno del Polo en Bogotá ha sido desastroso).

En las elecciones de 2006, una rotunda mayoría de colombianos en el exterior (el 84 por ciento de los que votaron) reeligieron a Alvaro Uribe. Ahora esos mismos colombianos tendrán su propia encrucijada del alma para encontrar un candidato que garantice que lo bueno continúe y que lo malo no se repita.

A ocho semanas de la elección, ningún candidato parece descollar.

Publicado en El Diario La Prensa de Nueva York. Vaya a la columna haciendo click aquí

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