jueves, febrero 15, 2007

"Soy yo el que manda...qué va hacer?"

No sobra aclarar que este no es un blog de creación literaria ni un taller de cuento. Esta es la carta que tuvo que enviar un amigo al Sr. Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, después de que un trío de hampones le corto las manos en un bus. La parte mas triste no es esa. Lo triste es que al lado de los dos policias que debieron ayudarlo, los 3 hampones parecen los buenos del paseo. El nombre de mi amigo fue cubierto, pues no queremeos que le terminen de componer la carita. Lean y juzguen.

Bogotá, 27 de Enero de 2007

Señor:
Comandante
Policía Metropolitana de Bogotá
E.S.D

Estimado señor:

Permítame relatarle los siguientes hechos:

La noche del viernes 25 de enero, estuve en un bar de salsa en la Cra. 13 con calle 82. Después de una noche tranquila de fiesta con amigos, salí del bar en la madrugada del sábado 26 de enero. Como suelo hacerlo, salí solo y camine un poco mientras conseguía transporte para mi casa.

Cuando llegué a la Cra. 11 con calle 82, me di cuenta que no tenia suficiente dinero para pagar un taxi así que me dirigí al cajero mas cercano. En ese momento, pasó un bus ejecutivo que me deja muy cerca de casa y decidí subirme.

Al poco tiempo, menos de un minuto, se subieron mas pasajeros y se sentaron al lado mío en las ultimas sillas. El que se sentó mas cerca de mi me dijo algo que no entendí, me voltee y le ví en la mano derecha un puñal y me repitió: “no vas a gritar por que te jodo”. En ese momento, tomé la estúpida decisión de responderle: “voy a gritar porque soy yo el que te va a joder!” Lo cojí de las manos y me abrí paso hacia el corredor del bus gritando que me estaban atracando. En el forcejeo, el tipo me corto dos dedos en la mano derecha y uno en la izquierda. Los demás pasajeros no supieron como ayudar, pero en cambio el conductor sí, paró el bus y abrió la puerta de atrás para que el hampón saliera. Salió entonces de su cabina preguntando que pasó y pidiéndome que me bajara el bus por que se lo estaba ensuciando con mi sangre.

Yo estaba muy alterado por el atraco y desagradablemente sorprendido por las prioridades del conductor y me bajé; estaba justo en frente del CAI de la Cra. 11 con calle 77. En ese momento, habían pasado menos de 30 segundos desde que el atracador se bajó del bus, así que ví un agente afuera del CAI, y le dije que me acababan de atracar en el bus, que si no los había visto, que me ayudara, etc… A todas mis peticiones y a mi angustia, la única respuesta del agente fue: “¡cálmese!, mire como me esta volviendo el anden…”

Ante esa actitud tan absurda del policía, yo simplemente perdí el control. Se me olvidó el atraco y la mucha sangre de mis manos y empecé a discutir con el agente. Discusión verbalmente muy agresiva y grosera de mi parte pero solo buscaba un poco de racionalidad y finalmente de ayuda por parte de la policía. Racionalidad que nunca logré, en cambio la respuesta del oficial siempre fueron fuertes empujones y frases del tipo “lárguese mas bien”, “y yo que hago, a mi que me importa”.

Llegó entonces otro agente en moto a colaborar con los empujones y golpes sin ni siquiera enterarse antes de la situación. Cansado de lidiar con cargos medio, entré al CAI buscando y preguntando por el oficial de turno, alguien profesional que controlara la situación. De adentro, me sacaron a patadas (en el sentido estricto de la palabra) alegando de nuevo aseo “mire como me esta volviendo el CAI” y respondiéndome “soy yo el que manda, que va a hacer…” Después, el agente de la moto se fue y quedó solo el otro, Cepeda si mal no recuerdo, quien se encerró en el CAI.

Quiero resaltar que yo estaba muy alterado y fui siempre muy grosero y ofensivo con los agentes, pero todavía hoy creo que fui muy racional y que estaba pidiendo apenas lo normal para la situación. De hecho me acuerdo de haberlo comentado esa noche, justo cuando el agente se encerró solo en el CAI con unos vendedores ambulantes que estaba ahí presenciando todo.

Tomé un aire, caí en cuenta que los policías en serio ya no me iban a servir para nada y decidí irme, pero antes, y esto fue producto de la ira que tenía, escribí “INÚTILES” en el vidrio del CAI con mis dedos y con la sangre que seguía saliendo de mis heridas. En ese momento volvió el agente en moto y me atropelló con la llanta delantera, traté de irme y el agente Cepeda, no me dejaba, forcejeamos en la mitad de la calle 77 hasta que me tumbó al piso, el compañero me esposó la mano izquierda, me jalaron hasta un árbol al costado norte del CAI, me hizo abrazar el tronco y me esposó la otra mano.

Yo no iba a esperar a que estos agentes les diera la gana de soltarme, ya había sangrado mucho y seguía con las heridas abiertas, tenía que ir a un hospital. Traté de alcanzar mi bolsillo para sacar mi celular, pero no pude por el grueso del tronco al que estaba esposado. Empecé a treparme en el árbol, para llegar a un punto mas angosto del tronco y ensayar de nuevo alcanzar el celular. Salió de nuevo el agente a preguntarme que hacía. Le respondí “como usted ha sido tan inútil, estoy tratando de coger mi teléfono para llamar a alguien que si me ayude.”

Eso también le molesto y saltó para agarrarme de los pies y jalarme hasta el piso. Pocos minutos después, el agente se acercó de nuevo, me pidió un número de teléfono para él llamar. Le dí el de un amigo que había estado esa noche conmigo, lo llamó y me recogió. Me llevó al hospital San Ignacio donde me atendieron y me cocieron las heridas.

Producto del atraco, fueron dos heridas en la mano derecha, en los dedos índice y corazón, y una herida en el dedo índice de la mano izquierda. Y por parte de los agentes de policía, fueron hematomas en la cara, cuello, pecho y brazos. Además del golpe por la atropellada con la moto, en el muslo de la pierna derecha, que a hoy, tres días después, todavía me tiene cojo.

Mi intención al hacerle llegar esta carta y relatarle este incidente es que usted conozca lo que a mi juicio fue un comportamiento inaudito y absurdo por parte de los agentes del CAI. No solo desde el punto de vista de los deberes y obligaciones de un policía sino desde el sentido común y el bienestar de una persona herida.

Sin más pretensiones, para mí, el que usted conozca este episodio, es suficiente para creer que este tipo de cosas no van a volver a pasar y que puedo volver a confiar en su institución.

Atentamente,

RXXXXX TXXX AXXXX
C.C. 79’XXX.XXX de Bta.

A alguien se le ocurre una historia peor?

1 comentario:

juglar del zipa dijo...

no salí con heridas pero cuando se entraron a mi casa a robarme todo en mayo de 2005 la policia me regañó por no poner tranca y abrir la puerta de mi casa. "yo le echo seguro a mi casa y soy policia", dijo. mas tarde llego la sijin, que se llevo una botella de ginebra como prueba del crimen. hasta ahora no me han llegado con pruebas y menos con la botella.