martes, agosto 23, 2005

Hello, I am from Bogotá

Últimamente llega a la oficina del agente naranja GO la guía del ocio, una especie de manual para no aburrirse en Bogotá. Los que no se quieren aburrir en Paris tienen el Pariscope, en Londres el Time-Out, y así con todas las grandes capitales que tienen una oferta de actividades tan grande, que verdaderamente requiere un editor que las recomiende o al menos que las organice. La última edición de GO está dedicada al barrio Kennedy del sur de la ciudad. La gente de GO fue a ver que hay para hacer en ese rincón invisible para muchos (o en realidad para los muy pocos que pueden darse el lujo de comprar una guía de entretenimiento) y sin embargo una de las localidades más grande de Bogotá, sino la más grande. Una evidencia más de algo que es fácil de ver y de decir pero difícil de transgredir: la mayoría de bogotanos – y tal vez la mayoría de los habitantes de las grandes ciudades- nos movemos en un cuadrilátero ridículamente pequeño de ciudad (y de prejuicios), unas cuantas manzanas, algunas esquinas conocidas. Esa es nuestra Bogotá. Cada quién tiene su Bogotá.

Me pareció un ejercicio mínimo de cultura ciudadana –y me dio algo de vergüenza- descubrir por ejemplo, que existe un parque monumental en Kennedy que es el Parque Timiza en la diagonal 61 Sur con carrera 62, con estadio de fútbol, canchas de tennis y lago de cuatro hectáreas con canoas de remo, entre otras. También que en la Carrera 71D No. 3ª-13 Sur hay un buen lugar de hamburguesas al carbón que se llama “Brasas el Pedregal” donde “las hamburguesas son tan buenas que nos da pesar venderlas”. O que existe un bar de buen rock y cócteles que se llama Rodaz en la calle 6 Sur con carrera 71 D-29.

Bogotá es muchas ciudades en una. Yo tristemente sólo conozco la mía y a veces cuando me sale el ánimo expedicionario, empujo un poco la frontera. Otros, en una próxima edición, descubrirán estupefactos que existe un sitio en una esquina lejana de la ciudad que se llama la Terraza Pasteur o el Centro Andino o Metropolis, o hamburguesas El Corral o Kokoriko. O yo que sé, una peluquería exótica donde cortarse el pelo cuesta más de 2.500 pesos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo. Los últimos intentos de publicaciones para hacer planes son todos iguales: muestran el exotismo que se vive en Bogotá con peleas de gallos y enmascarados de lucha libre, y lugares donde toman cerveza los dueños de las zorras que uno ve en el tráfico de la ciudad.

Anónimo dijo...

A mí también me sorprendió la guía GO, tan parecida a Plan B, la otra guía, que me perdí. Como pasa en esto de la divulgación sólo se toma un pequeño rincón, una visión espectacular. No es por aguar la crónica pero valdría la pena echarse el paseo.

En mis años mozos de reportera en moto conocí la casa de la localidad que visitó el presidente trágicamente asesinado. A la casa de Don Rigoberto* se subía por unas escaleras estrechas forradas de baldosines rosados y arriba, en el descanso, lo saludaba a uno, eufórica y estridente, lola* la perrita french poodle. En la sala además de los 3 muebles de tubo forrados en plástico y las mesitas con carpetas de croché, estaba una gigantesca foto de JFK, el único y verdadero valor de la vivienda casi en ruinas.

Cómo en esa época Kennedy era el lugar más violento de Bogotá me tocó hacer una nota sobre los frentes de seguridad. Golpee de puerta en puerta para que los vecinos me sirvieran de actores espontáneos y pedirles que simularan, frente a mi cámara, un robo. Todos felices de salir en televisión entraron a sus casas para maquillarse, cambiarse de ropa, levantar a los niños, prepararse para los 50 segundos de fama. Luego de 10 minutos de silencio, en una calle donde todas las casas eran iguales a la de don Rigoberto, salieron todos los vecinos armados, las señoras de machete en mano y grito en boca se mandaron a perseguir al señor que hizo de ladrón y se armó una trifulca que mi cámara no captó del todo, la única sorprendida con el armamento era yo, la policía lo celebró.

Todo esto para decir que salí por el Monumento de Banderas en moto y con chaqueta, hacia Monserrate para volver a mi pedazo de ciudad, con un sentimiento de desencanto. En el parque no pude remar, la canoa tenía un roto. Esa noche en el noticiero dije que los frentes de seguridad de Kennedy protegían a los vecinos de la inseguridad.

* los nombres han sido cambiados para proteger las identidades de los protagonistas.