viernes, agosto 12, 2005

Bucatini No.6

Hoy tuve un breve disgusto durante el almuerzo. Me encantan las pastas en todas sus formas y colores, y aunque las prefiero cortas, el espagueti siempre será bien recibido en mi plato. Como hoy que almorcé lo que yo creía era un plato de espaguetis con napolitana. En realidad era un plato de Bucatini No.6 con napolitana. Y que es un Bucatini No. 6? Pues un Bucatini es un prodigio tecnológico, que como muchos prodigios, sólo sirve para hacernos la vida más incómoda.

A primera vista (desde arriba, sentado frente al plato), un Bucatini No. 6 pasa por un espagueti común y silvestre, irreconocible entre todos los congéneres del plato. Es una pasta larga y delgada como los auténticos espaguetis. También es cilíndrica, y esto es importante decirlo. Sin embargo su topología es traicionera.

Pero para saberlo hay que proceder con el plato. Al ingresar el tenedor en el nudito de hilachas, nada se presta para la desconfianza. Al enrollar tampoco, aunque es cierto que la maleabilidad del supuesto espagueti, deja algo que desear. Pero bueno, “les faltó un poquito” – se dice uno. Luego el viaje hasta a la boca es como cualquiera: vienen las salpicaduras, algunos se desenrollan del trinche y terminan en el mantel o en la camisa. Normal.

Luego viene el bocado, que como todo bocado de espaguetis deja siempre unas cuantas pastas rebeldes colgando fuera de la boca, como las paticas de un naufrago en la jeta de un tiburón. Pero esto no asusta, incluso distrae, pues ya sabemos desde niños que sorbiendo un poquito y con la gracia de una aspiradora, el espagueti termina haciendo parte del bocado. La dicidencia no tiene escapatoria. Pero el Bucatini No. 6, si.

Tal vez por un proceso de adaptación gastronómica, como el que desarrollan algunas especies con el tiempo para evitar a sus predadores, el Bucatini No 6, desarrolló su maña adaptativa. Como decía, al llevar el rollito de pasta a la boca unas cuantas quedaron colgando de la boca y yo –como siempre- procedí a sorber. Pero el Bucatini parecía inmune a esta ley física que no admite desafíos. Seguía colgando como si nada, pese a que yo ya casi había perdido el aliento succionador. Y cómo es esto posible?

Ahí es que viene el asunto de esta creatividad infame y ociosa de unos. A alguien, un criminal inconsciente, se le ocurrió que debía ser divertido -por que nada mas- hacer el rollito hueco. Si, hueco. El Bucatini No. 6 es un espagueti hueco, como un pitillo (de hecho recuerda esos viejos pitillos de papel) que por su puesto hace ineficiente el truco milenario de sorber.

No entiendo porque con tantas necesidades, alguien (la ciencia?) consume tiempo perforando un espagueti. Cual es la gracia de semejante esperpento, que sólo hace más difícil la vida? A menos, claro, que con el último Bucatini No. 6 del almuerzo, alguien sueñe aspirar la salsa que con modales y tristeza siempre hay que dejar botada en el fondo del plato.

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